lunes, abril 06, 2015

Relato Soñado - Arthur Schnitzler


Relato soñado

Sinopsis :

Fridolin y Albertin, un joven matrimonio acomodado en la Viena de principios de siglo XX se confiesa mutuamente los deseos reprimidos tras una noche en que ambos acuden a un baile de disfraces y son galanteados por terceras personas bajo la protección de las máscaras. La confesión no le resulta grata a Fridolin que cae presa de los celos y de la necesidad de venganza. Casualmente esa misma noche, Fridolin, que es médico, es avisado para que acuda en auxilio de un importante personaje de la ciudad que acaba de sufrir un ataque al corazón. Fridolin no llega a tiempo y el consejero fallece. Pero, tras certificar la defunción, en lugar de regresar a casa se deja arrastrar durante toda la noche a un continuo de tentaciones sexuales cuyo plato fuerte se le presenta en forma de orgía entre los miembros de un selecto club en una casa de la alta sociedad a la que hay que acudir disfrazado y conociendo el santo y seña. A partir de ahí, Fridolin se deja arrastrar y vive, durante dos días, una delirante ensoñación repleta de contradicciones, dudas, tentaciones, arrepentimientos, venganzas, celos, odios y todos los componentes que acechan ocultos en el inconsciente de la personalidad.

Comentarios :

Novela muy breve, de algo más de cien páginas, que se lee de forma muy rápida. Resulta inquietante por cuanto la narración transcurre en tan sólo dos días y, al final, nunca sabemos dónde termina la supuesta realidad de la narración y donde empiezan los sueños, si el sueño se reduce al que Albertine le cuenta a Fridolin, o bien todo lo que le ocurre a Fridolin es, en realidad, un sueño.

La novela, por un lado, no deja de ser un fresco de la sociedad capitalista que se está construyendo en la Europa floreciente de principios de siglo XX. Es absolutamente actual, por cuanto los temas que aborda en relación a la pareja son constantes y siguen vigentes. Es más: parece intuir el rumbo hacia el que la relación de pareja va a tender durante el siglo XX y lo que llevamos del XXI.

Por otro lado, se trata de una introspección, de una investigación cercana a un psicoanálisis que realiza el autor sobre el personaje de Fridolin. No se trata de una gran obra narrativa, apenas aparece un puñado de personajes, la historia transcurre a lo largo de dos días con sus noches en tiempo real, el escenario está muy acotado. No destaca ni por la construcción de una gran trama, ni por la interrelación de un enjambre de personajes, ni por sus descripciones, ni por el lenguaje, ni por nada similar… La novela se focaliza en la introspección sobre el protagonista: sus deseos, sus anhelos, la interpretación de sus renuncias, sus cobardías, sus frustraciones, entenderse a sí mismo, saber hacia dónde se va y qué es lo que se desea, etc… Esto es lo que hace Fridolin a lo largo de la novela y el principal foco de la historia. A pesar de ello, llama la atención por el hecho de estar escrito en tercera persona (en lugar de haber empleado la primera persona). Aquí podemos encontrar tanto la necesidad del autor de "distanciarse" del personaje, lo cual le permite hacer un análisis más riguroso, científico y desapegado del personaje, como el hecho de ser una obra pionera en el uso del "monólogo interior" aunque emplee la tercera persona: el narrador está totalmente focalizado en Fridolin y emplea a Fridolin como vehículo.

Literariamente hablando, pese a ser una buena novela y estar bien escrita, no es una obra imprescindible y tampoco la destacaríamos.

El autor :
Arthur Schnitzler (Viena, 15 de Mayo de 1862 - Viena, 21 de Octubre de 1931). Narrador y dramaturgo austríaco. Médico de profesión. En sus obras mostró un gran interés por el erotismo y la muerte, la psicología y la crisis social de final del siglo XIX y principios del XX. Muy admirado por Sigmund Freud, quien lo conoció personalmente y lo veía como una especie de "doble" literario. Fue uno de los primeros autores en lengua alemana en hacer uso del "monólogo interior" en obras como El teniente Gustl (1900) o La señorita Else (1924).

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relato soñado - arthur schnitzler

Título  
: Relato Soñado
Autor  
: Arthur Schnitzler
Edición
: 4ª edición - 1ª reimpresión en "Narrativa" de Acantilado (nº 147) : Julio de 2012
ISBN
: 978-84-96834-81-1

    ACANTILADO
    Quaderns Crema, S.A.U.
    Muntaner, 462
    08006 Barcelona
Título original   
: Traumnovelle
Traducción       
: Miguel Sáenz, 1999
Publicación       
: 1926 por S.Fischer Verlag, Berlín
 
Trama :

(AVISO : resumen completo de la novela, incluido el desenlace)

Saliendo de la visita al anciano consejero,fallecido, Fridolin tiene un incidente con unos estudiantes. Para rehacerse de las dudas que a él mismo le genera sobre su propia valentía dicho episodio, más tarde, entra en contacto con una joven prostituta a la que acompaña hasta su habitación. No quiere sus servicios, sólo su compañía y su acogida. Cuando él se marcha, ella rechaza el dinero.

Es ya de madrugada, pero en lugar de volver a casa, Fridolin se deja caer en un café un tanto sombrío que se halla en un sótano. Casualmente allí coincide con Nachtigall, un viejo compañero de facultad que dejó colgados los estudios de medicina para dedicarse en cuerpo y alma a tocar el piano.

Esa misma noche Nachtigall tiene previsto ir a tocar en un baile de máscaras privado al que accede mediante una contraseña y donde le obligan a tocar con los ojos vendados. Friedolin le pide a Nachtigall que le permita acompañarlo, para lo cual alquila un traje y una máscara. En la tienda de alquiler de disfraces tiene lugar un curioso incidente donde el propietario sorprende a su hija en manos de dos jueces a los que ahuyenta.

Fridolin asiste a la fiesta y entra en la casa gracias a la contraseña que Nachtigall le filtra. Sin embargo, una joven se percata de la presencia de Fridolin puesto que, a pesar de que ha logrado entrar en la casa, no es de los invitados habituales. La mujer le advierte del peligro que corre si es descubierto por alguien más y lo apremia a marcharse. Friedolin no atiende a las advertencias de la hermosa joven y permanece en la casa. Poco después es descubierto y los anfitriones lo sentencian: debe pagar por su intromisión. Extrañamente, la mujer joven se ofrece a sacrificarse por él. Fridolin obtiene así, permiso para abandonar la casa. Es introducido en un coche de caballos distinto al que lo trajo hasta allí. No se sabe a dónde le conduce. En algún lugar de las afueras de Viena, el coche se detiene y lo dejan en mitad de la nada. Regresa caminando hacia su casa. Se quita el disfraz y tiene cuidado de guardar todo donde no pueda ser encontrado. Y se acuesta junto a Albertine.

Albertine despierta y le relata a Fridolin un extraño sueño en el que ella es poseída por un joven danés que conoció en su juventud, mientras está rodeada de otras parejas que observan la cópula. En el sueño, Fridolin es tentado por una princesa a la que renuncia manteniéndose fiel a Albertine y, por rechazar a la hermosa princesa, es castigado y torturado y crucificado.

Tras la narración del sueño por Albertine, Fridolin, al día siguiente trata de investigar la casa donde estuvo la noche anterior. La encuentra, se acerca a ella, le es entregada una nota con una advertencia nominal idéntica a la que le hicieran el día anterior. Entonces decide desplazarse hasta la casa de alquiler de disfraces, donde encuentra a la hija del vendedor en asuntos turbios consentidos por el padre con uno de los jueces con quien ya la sorprendiera la tarde anterior.

Luego regresa a la casa del consejero a realizar unos trámites relacionados con la autopsia. La hija del consejero no repite la confesión que le hizo la noche anterior y, amargamente, acepta su destino como casadera de otro joven.

Fridolin se acerca al callejón donde había conocido a la prostituta y descubre que esta ha ido a dar al hospital donde debe permanecer 6 u 8 semanas. No sabe el motivo. Deambula, entonces, por el centro de la ciudad hasta entrar en un café, donde lee en el periódico que una tal Baronesa D. ha sido hallada en un hotel de lujo víctima de un envenenamiento. No se sabe si está muerta o viva.

Fridolin acude al Hospital y se adentra en el depósito de cadáveres para comprobar si la muerta por envenenamiento era la mujer que la noche anterior en la fiesta de disfraces lo salvó del castigo. Su amigo, que está realizando autopsias en la morgue, lo acompaña y le muestra el cuerpo. Fridolin no logra asegurar que aquel cuerpo no sea el de la hermosa mujer, pese a que nada coincide con ella. Seguramente no es ella, aunque no se esclarece del todo.

Fridolin regresa casa y encuentra sobre su almohada la máscara que Albertine ha descubierto. De modo que Albertine está al corriente de sus episodios de la noche anterior. Cuando Albertine despierta, Fridolin le confiesa todo lo sucedido durante dos días y dos noches. La novela termina como un sueño, dejando muchos interrogantes abiertos.

lunes, enero 19, 2015

El lector - Bernard Schlink

El Lector

Trama :

Michael es un chico berlinés de quince años que deja de ir al instituto durante una buena temporada debido a sus problemas de salut. En un incidente fortuito en plena calle, conoce a Hanna, una revisora del tranvia de Berlín de unos treinta años. Corre el año 1950. Hanna lleva a Michael a su casa y le ayuda. Días más tarde, la madre de Michael le hace llevarle a Hanna unas flores como señal de agradecimiento. Michael se enamora de la mujer. Hanna y Michael vivirán desde aquel momento una tórrida historia de amor y de deseo. Ella lo domina. El hecho característico de su relación es que antes y después de hacer el amor, Michael le lee a Hannah cualquier novela u obra. Un día Hanna desaparece. Años más tarde, Michael es un estudiante de últimos cursos de derechos y acude, como parte de su proceso de prácticas, en calidad de público, al juicio que se está llevando a cabo sobre los actos de cinco integrantes de las SS que actuaban de vigilantes en campos de concentración. Son cinco mujeres y tenían a su cargo varios barracones de prisioneras judías. Michael descubre que entre las cinco integrantes está Hannah. En su huída de la campo de concentración conduciendo al batallón de prisioneras durante el hundimiento del régimen de Hitler a manos de los bombardeos aliados, las vigilantes encierran a las prisioneras en una iglesia. La iglesia se incendia accidentalmente a causa de los bombardeos. Nadie abre la puerta y mueren todas las prisioneras, salvo dos. Las cinco vigilantes son acusadas del homicidio de las prisioneras como crimen de guerra. Se da la circunstancia de que las otras cuatro cargan contra Hannah como instigadora y organizadora y dan a entender que era Hannah quien recibía órdenes de los mandos superiores y quien decidía lo que debían hacer. En el juicio sale a relucir que Hannah siempre disponía a alguna de las prisioneras rotativamente como su "favorita" y la hacía leerle novelas, poemas… Durante el juicio, Michael se percata de que Hannah, en realidad, no sabe leer. El conflicto surge cuando se percibe que va a recaer toda la culpabilidad y la condena sobre ella cuando, en realidad, es la única que no tiene culpa ninguna puesto que no era capaz de leer las órdenes que llegaban: por lo tanto, todo lo que las otras cuatro dicen es falso. Pero a Hannah le da tal vergüenza reconocer que no sabe leer que no lo dice y asume toda la responsabilidad: se auto-inculpa. Michael tampoco se decide a contar al juez y a las autoridades lo que sabe: Hannah no sabe leer. Finalmente, Hannah es condenada a cadena perpetua mientras que las otras cuatro vigilantes reciben penas de cinco años. Michael sigue con su vida, se casa, tiene un hijo. En prisión, Michael y Hannah comienzan a escribirse. Al principio, Michael le manda cintas de cassette con lecturas en voz alta de novelas y poemas. Después, Michael recibe la primera carta de Hannah: en la prisión, Hannah ha hecho un gran esfuerzo por aprender a leer y a escribir. La directora de la prisión se percata de este asunto y consigue que la pena de Hannah sea conmutada. De forma que, después de 18 años cumpliendo condena, puede salir en libertad. La noche antes de salir libre, cuando Michael, divorciado de su mujer, debía ir a recogerla en coche a la prisión, Hannah se suicida ahorcándose en su celda.

Comentarios :

Una novela muy bien ejecutada con un tema muy potente. Estructurada en tres partes y organizada en capítulos cortos que siempre cierran dejando abierta una nueva intriga. Cómo el autor juega a esconder los elementos importantes de la trama para mantener la intriga está brillantemente resuelto. Y el tema de fondo así como los subtemas que van apareciendo tienen una potencia brutal: el sexo entre un adolescente y una mujer madura, los crímenes del nacismo y la culpabilidad, hasta dónde puede alguien aguantar por mantener en secreto algo de lo que se avergüenza en extremo y qué sacrificios es capaz de hacer, una generación de alemanes que culpabiliza a la generación anterior y reniega de ella, etc… Novela corta, sin grandes pretensiones, muy bien resuelta en cuanto a contenido. Flojea un poco en cuanto a lenguaje literario y forma, no es de gran calado en ese sentido. Muy sobria y elegante, sin embargo, y tremendamente efectista.

El autor :

Bernard Schlink (Bielefeld, Alemania, 1944), es profesor de Derecho y de Filosofía del Derecho, es abogado y vive y trabaja entre Bonn y Berlín. Autor de diversas novelas policiacas, con El lector ha obtenido un gran éxito internacional. Su primer libro, die Gordische Schleife, ganó el premio Glauser, y la asociación de escritores alemanes de novela negra Syndikat le concedió el premio de 1993 por la obra Selbs Betrug, el segundo libro de la serie del detective Selb. El primero de la serie, En Selb fa justicia, coescrito con Walter Popp, fue publicado por Columna en 2003 en catalán.


Barcelona, Diciembre 2014




Título  
: El lector
Autor  
: Bernhard Schlink
Edición
: 1ª / Març 2009
: Columna – Colecció Clàssica
: Català
ISBN
: 978-84-664-1098-4

Columna Edicions, S.A.
C/Peu de la Creu, 4
08001 Barcelona
Título original   
: Der Vörleser
Traducción       
: Carme Gala, 1997
Publicación       
: 1995

domingo, enero 18, 2015

Los papeles de Aspern – Henry James

 
Trama :
 
Un joven editor fascinado con la obra del poeta Jeffrey Aspern se traslada unos meses a vivir a Venecia con el objetivo de ganarse los favores de la última amante del difunto poeta, de quien pretende que le done unos papeles inéditos que Aspern le dejó antes de morir. Está convencido de que obran en su poder. La anciana vive con su sobrina, una solterona entrada en edad y poco agraciada. Ambas mujeres apenas salen del decadente palacio en el que viven. Es un palacio enorme, con diferentes alas y muchísimas habitaciones, descuidado y en mal estado: necesitaría una profunda rehabilitación que la precaria situación económica de las dos señoras (que viven de rentas) no puede afrontar. El editor se dirige a ellas y les ofrece alquilar una de las habitaciones del palacio mientras dura su estancia en Venecia. Las dos mujeres acceden. El objetivo del editor es hacerse con los papeles de Aspern, pero ni siquiera sabe con certeza si dichos papeles existen o no o, si realmente existen, si obran en posesión de la anciana señora Juliana Bordereau.
 
Las dos mujeres le ofrecen alojamiento a un precio desorbitado, pero el editor acepta con tal de mantenerse cerca de los supuestos papeles. Empieza aquí una fase de acercamiento hacia las mujeres en la que el editor no se atreve a plantear la cuestión de forma directa por miedo al rechazo que podrían presentar y va tratando de ganarse la confianza de ambas con todo tipo de atenciones y rodeos. Una de las maneras es galantear a la señorita Tina Bordereau. La trama va avanzando con este juego de engatusamiento en el que parece que el editor ya tiene medio engatusada a la señorita tina y por tener acceso a los papeles. Toda la acción transcurre en el interior del claustrofóbico palacio y apenas salen al mundo exterior. A lo sumo un paseo por Venecia o el contacto con el gondoliere que permanece siempre a la expectativa en la puerta del palacio.
 
En el pensamiento del editor están los papeles de Aspern. En el pensamiento de Juliana, asegurar su supervivencia económica y, también, el porvenir de su sobrina cuando ella muera: quiere que sea casadera.
 
Una noche, la señorita Juliana enferma y parece que va a morir y eso da al editor acceso a sus aposentos donde descubre la existencia de un mueble secretier, una especie de gran cajonera alta que, sin duda, debe contener los papeles. Mientras Juliana guarda cama por prescripción facultativa, el editor trata de acceder a los papeles del secretier pero es descubierto en el último momento y eso los lleva a todos a una situación enojosa donde se descubren que las intenciones del editor no eran inocentes, que la galantería con que embaucaba a la poco agraciada señorita Tina era una maniobra de engaño, etc…
 
Esta situación lleva al editor fuera de palacio unas cuantas noches. Viaja y recorre algunas ciudades italianas durante doce días. Semanas más tarde la señorita Juliana muere, pero el editor está fuera y no es notificado a pesar de haber dejado dadas algunas direcciones. De regreso, se encuentra con que, durante su ausencia, la señorita Juliana ha muerto. En ese momento, la señorita Tina le insinúa al editor que, si su deseo es poseer los papeles, tiene una manera de hacerlo: casarse con ella -que es lo que ella pretende para asegurar su posición económica-. El editor renuncia, no sin pasar por un proceso de duda que casi le hace sucumbir. La señotira Tina destruye los papeles, que sí existían y estaban en el secretier, efectivamente. El editor termina maldiciéndose a sí mismo y regresa sin los papeles de Aspern.
 
Comentarios :
 
Se trata de una novela corta más interesante por los aspectos formales y técnicos y su aportación a la narrativa que por el contenido en si. Interesante ejercicio de focalización de la historia en el personaje del editor, de manera que la narración no es omnisciente y eso permite profundizar mucho más en la subjetividad, el mundo interior y la caracterización psicológica del personaje protagonista, así como en lo que este personaje percibe en relación al resto de personajes. Muy interesante también el tratamiento del lenguaje en cuanto a los diálogos y a los flujos de pensamiento del protagonista: el lenguaje está adecuado a la época, la posición social y el tipo de relación que mantienen el triángulo de personajes principales. También es significativa la ambientación: la ciudad, Venecia, es un marco excelente para una novela de contenido decadente e introspectivo, para contar la bajeza humana, las oscuras motivaciones, la decadencia de un ser humano capaz de cualquier vileza con tal de conseguir un bien material codiciado. El juego del engaño. Quién engaña a quién. La hipocresía, la falsa moral. Venecia, la ciudad decadente y carnavalesca donde todos llevan una máscara es el escenario perfecto a tal efecto. También es muy de destacar la capacidad del autor para aguantar la tensión narrativa con un argumento más bien escaso: la codicia de un editor por unos papeles. Esto se sostiene gracias a unos puntos de giro sofisticados e inteligentes que tienen que ver, sobretodo, con la evolución psicológica de los personajes. Y con estos simples pero sutiles argumentos constructivos, sin grandes escenificaciones, el autor mantiene al lector pegado a la novela y queriendo saber qué ocurre en la siguiente página, cómo evolucionan los personajes, qué les ocurrirá a continuación. También es interesante el papel que juega el palazzo veneciano en el que transcurre el noventa por ciento de la trama y, en particular, el jardín, un jardín decadente y descuidado, medio tapiado, que oculta más que muestra. Al igual que ocurre con la entera ciudad de Venecia, el jardín juega el papel de un personaje: esto también será una aportación de Henry James a la narrativa: el escenario es un personaje. No se trata de una novela apasionante que pueda cautivar al gran público, hay que tener en cuenta que es una novela de autor norteamericano de finales de siglo XIX y, por lo tanto, que difícilmente será del agrado de un público generalista de principios de siglo XXI, tanto por temática como a nivel formal, pero, sin embargo, hay que considerar estas poco más de cien páginas una obra clave en la evolución de la novela de la que después serán deudores James Joyce o Virgina Wolf.
 
El autor :
 
Henry James nació en Nueva York en 1843, en el seno de una familia rica y culta de origen irlandés. Recibió una educación ecléctica y cosmopolita, que se desarrolló en gran parte en Europa. En 1875, se estableció en Inglaterra, después de publicar en Estados Unidos sus primeros relatos. El conflicto entre la cultura europea y la norteamericana está en el centro de muchas de sus obras, desde sus primeras novelas, Roderick Hudson (1875) o El americano(1876-1877; ALBA CLÁSICA Núm. XXXIII), hasta El Eco (1888; ALBA CLÁSICA Núm.LI) o La otra casa (1896; ALBA CLÁSICA Núm. LXIV) y la trilogía que culmina su carrera: Las alas de la paloma (1902), Los embajadores (1903) y La copa dorada (1904; ALBA CLÁSICA MAIOR Núm. II). Maestro de la novela breve y del relato, algunos de sus logros más celebrados se cuentan entre este género: Los papeles de Aspern (1888), Otra vuelta de tuerca (1898), En la jaula (1989; ALBA CLÁSICA Núm. III), Los periódicos(1903; ALBA CLÁSICA Núm. XVIII) o las narraciones reunidas en Lo más selecto (ALBA CLÁSICA MAIOR Núm. XXVII). Fue asimismo un brillante crítico y teórico, como atestiguan los textos reunidos en La imaginación literaria (ALBA PENSAMIENTO/CLÁSICOS Núm. 8). Nacionalizado británico, murió en Londres en 1916.

"No había nada que James hiciera como un inglés, ni tampoco como un norteamericano -ha escrito Gore Vidal-. Él mismo era su gran realidad, un nuevo mundo, una terra incognita cuyo mapa tardaría el resto de sus días en trazar para todos nosotros."
 
Barcelona, Diciembre 2014
 
 
 

Título  

: Los papeles de Aspern

Autor  

: Henry James

Edición

: 1ª / Octubre 2009

: ALBA - Colección Clásica

ISBN

: 978-84-8428-484-0

 

Título original   

: The Aspern Papers

Traducción       

: Catalina Martínez Muñoz, 1997

Publicación       

: 1888

 
 
Referencias
 

jueves, octubre 18, 2012

Muera la muerte

Aquella tarde en Pamplona el seis, el defensa libre, el cierre, el grande, el clase, el bueno, que lo era, de una generación de juveniles del Espanyol, como lo había sido antes del Júptier, y antes aún del equipo del colegio, pagaba con el banquillo las consecuencias de algún desaire con el entrenador. Y su equipo palmaba : tres a cero. Y salió en el segundo tiempo para, desde su lugar de privilegio en el campo, ahí atrás, donde el fútbol se ve a la perfección, marcar nada menos que cuatro goles y remontar el partido. El último : antológico. 'El meu millor gol' me dijo un día. De bandera : embolsar, controlar, salir, levantar un autopase por encima de la línea de defensa, plantarse en el área, escondérsela al portero, ladearlo, vencerlo, portería, gol... Luego Pereda, Chus, que veía el partido desde la grada, se acercó a Joan padre y le propuso que el seis, el cierre, el grande, el bueno, fuera convocado con la Selección. Yo no estuve en aquella gloriosa tarde de Pamplona, pero me sé de memoria el partido. La última vez, este Agosto, me lo contaba mi tío Joan, el padre, consumido por la enfermedad, con el gesto apagado, la voz débil y el brillo en los ojos de quien intuía que pronto volverían a verse, a discutir de fútbol, a recordar aquel partido de hace más de treinta años. Antes, lo recuerdo a él contarme los mismos recuerdos. Mis ojos de niño lo recuerdan, al tete, al Joanet, en su atalaya de metro noventa largo. Recuerdo escucharlo con el asombro con el que se escucha hablar a un mito, sentados a la mesa en la cocina, mientras comíamos una tortilla francesa y un tomate aliñado con aceite y sal. La tarde de Pamplona revivida en L'Hospitalet, primeros años ochenta. Lo recuerdo hablando de sus estudios, preguntando si mis notas eran buenas. Lo recuerdo enseñarme a dividir con cuatro cifras o con las que fueran, a jugar al ajedrez, a andar con un monopatín que finalmente me agencié. Recuerdo una enorme maleta llena de tramos de Scalextric que iba y venía y hubiera podido dar varias vueltas a la casa. Recuerdo una tarde de lluvia resguardados en el Saflipada, una mesa larga, sus amigos, sus novias, el ruido de fondo de una partida de petacos, un disco de Boney M, yo mismo una mascota. Recuerdo el dulce puño del gas de una moto bien cuidada. Recuerdo aquel partido contra Osasuna como si lo hubiera visto con mis propios ojos. El jueves se fue, de noche, sufriendo mucho, después de veinticinco años de estarse yendo. Demasiado tiempo para quien sobrevive a un hijo. He tratado desde entonces de sintonizar su radio, de dar con su emisora, de escuchar su tertúlia. No lo consigo, no es el momento todavía, pero están ahí. Desde el jueves, seguro, en el Cielo se habla de fútbol a lo grande, como en los viejos tiempos, y todo vuelve a estar bien si, acaso, es eso posible. La tertúlia termina siempre, antes de acostarse, con el gol de Pamplona aquella tarde. Si la ley de la vida nos respeta seré con seguridad el último en atesorar nuestros recuerdos. Cuando mi propia luz se apague no habrá tarde, ni gol, no habrá nada, sólo estas vanas palabras. Y no quedará de nosotros ni siquiera el recuerdo. Descansen en paz.

sábado, septiembre 03, 2011

Minutos Musicales

"my mind is clearer now..." Con esta sentencia iniciaba el personaje de Judas el drama del portentoso film musical Jesus Christ Superstar que se estrenó al comienzo de la década de los '70. Me ha parecido una buena cita para retomar el hilo de esta bitácora donde la dejé hace cerca de seis meses.
Quizá sea Andrew Lloyd Webber, seguramente, el más conocido y popular autor del género. A él debemos obras como Evita, The Phantom Of The Opera o Cats, entre otras, así como también la antes mencionada Jesus Christ Superstar, colaborando en diversas de estas obras con Tim Rice en los textos. También es mundialmente conocido el musical Les Miserables, de Alain Boubill y Claude-Michel Schönberg basado en la obra de Víctor Hugo del mismo título. Y, en fin, son innumerables las producciones que han visto la luz, siendo Londres y Broadway seguramente las plazas más importantes y representativas cuando hablamos del género teatro musical. El teatro musical es un género que me entusiasma. Y aquí me gustaría enfatizar la importancia del sustantivo porque viene a colación del motivo que inspira este post.
Leía hace unas semanas que el próximo 6 de Octubre se estrena en el teatro Rialto de Madrid el musical Más de 100 mentiras inspirado en los temas del cantautor Joaquín Sabina (y cuando digo temas no me refiero solamente a canciones). Y si esto era un domingo, el lunes siguiente me vi sorprendido en un transbordo de metro por el anuncio de la producción Cop de Rock a cargo de la compañía Dagoll Dagom, que pretende hilvanar una historia a través de la cual dar un repaso a las canciones más populares y conocidas del llamado rock català. En esos cinco segundos nació este post.
Enumero algunos de los "musicales" de mayor éxito que se han estrenado últimamente en las principales ciudades de este país (en algunos casos, se trata de musicales de importación) : Hoy no me puedo levantar, We will rock you, Mamma Mía, Forever King Of Pop, etc... No resulta difícil darse cuenta de que todos ellos tienen un denominador común.
El teatro musical, en mi humilde concepción del término como persona no docta en artes, vendría a ser un género que no puede mal llamarse "hermano menor" (porque algunos creadores lo han elevado a la categoría de grande) pero sí "más ligero que..." pero "cercano" a la ópera aunque más asequible, que incorpora la danza en un formato menos clásico y más moderno, cuyas escenas acostumbran a ser coreografiadas y donde los actores combinan en su trabajo los textos cantados con la interpretación clásica ... No sé muy bien como explicarlo, pero lo que tengo claro es que siempre y en todo momento mantiene lo que en esencia es : teatro. Detrás de una manifestación musicada de una composición teatral hay un drama, una historia, unos personajes construidos, una comedia o una tragedia que contar, una ubicación espacial y temporal, una ambientación, una conexión (o no) con la realidad del dramaturgo que la escribió... Si pensamos en una adaptación musical y coreografiada de una obra de teatro cualquiera tendremos, más o menos, lo que viene a ser un musical. Si bien es cierto que muchas obras de teatro ni por asomo podrían o tuvieron intención de ser musicadas en su nacimiento. Y aunque en ocasiones, como es el caso de algunos de los musicales de Lloyd Weber, la obra pueda no ser una adaptación sino una creación nativamente musical, donde el dramaturgo eligió esta modalidad por los motivos que fueran para llevar a cabo su trabajo expresivo. Pero en definitiva, un musical es teatro. Al menos así lo veo yo.
Sin embargo, estos "otros" musicales que tanto éxito están teniendo y que se están convirtiendo en producciones altamente rentables, acaparando las programaciones de la Gran Vía, del Paralelo y de nuestras principales plazas, son otra cosa. Aquí se trata de seleccionar un puñado de canciones que, en su momento, fueron grandes éxitos en las listas de tiempos pasados y enlazarlas como sea, tratando de construir una trama con más o menos credibilidad. Si el conjunto, cuyos miembros fueron ídolos de masas, se disolvió y nunca más publicó un disco, mejor. Y si el líder de la banda ha fallecido, pues mejor aún. Porque de lo que se trata es de atraer a los fantasmas del pasado. En esta otra categoría de musicales ocurre invariablemente un fenómeno común : en un determinado momento, que puede ser a partir de la tercera o cuarta canción pero seguro, seguro, seguro, seguro, acaba ocurriendo hacia el final, el público empieza a cantar y a corear las canciones del musical. Fijo. Es que esa es la razón de ser de estos "nuevos" musicales. Todo depende de las ganas que hayan tenido el guionista y los productores de precipitar la comunión entre público y compañía; más tarde o más temprano todo el mundo se pone a cantar viejas canciones de ayer y la historia, la trama, quedan en segundo plano. Porque a partir de ese momento, la historia es lo que cada canción le recuerda a uno; no hay una historia : la historia son los recuerdos y sentimientos que se despiertan entre el público a partir de esa banda sonora de una vida que son las viejas canciones de los rockeros muertos. Cuando se acerca el final de la función, los asistentes empiezan a murmurar con sus acompañantes : "falta la de ... " o "no han cantado la cual...". Y no importa si esa canción encaja bien o mal con la historia propuesta o se da de patadas, porque lo que importa es que la canción que a fulanito o menganita tanto les emocionaba tiene que aparecer y ser cantada por todos.
Las plateas terminan en pie y convertidas en un karaoke colectivo. No puede ser de otra manera. Aplausos interminables, euforia, luces encendidas sin que nadie se mueva de su localidad, caras sonrientes, lagrimillas que se escapan, una salida del recinto que es todo un premio, que se convierte en boca a boca de oficina, de autobús y, en definitiva, en éxito de de taquilla. Y entre tanto, el teatro de verdad, el de las grandes historias, el de los temas commovedores, y con él el auténtico gran musical, desplazados de las programaciones cuando no desaparecidos y viviendo de la subvención.
El público quiere ser feliz aunque sea un rato, de forma fácil, llegar en AVE a la estación de los buenos momentos, sentirse joven de nuevo, no tener problemas durante un par de horas, volver a no pagar hipoteca, a comprarse un disco con la semanada, pincharlo hasta la rayadura en el tocata de la habitación, hasta quemar la aguja, hasta desesperar al vecino del quinto cantando a voz en grito. El nuevo teatro musical es una única y misma obra, no hay dos distintas, con un único argumento, que es el ARGUMENTO con mayúsculas que aterra y obsesiona a nuestra insólita generación de jóvenes eternos : tempus fugit (y el que canta su mal espanta).











viernes, marzo 18, 2011

Lectura recomendada : Francisco Casavella

El post de hoy, inusualmente breve, lo destino a recomendar a todos un autor : Francisco Casavella.

 Casavella murió joven, en 2008, justo cuando su obra empezaba a ser reconocida y premiada. Poco después, el espacio literario L'hora del lector de TV3, le dedicó íntegramente un programa (15/01/2009).

Su título más conocido, Lo que sé de los vampiros, le hizo merecedor del Premio Nadal 2008, un premio del que, lamentablemente, ya no pudo disfrutar. Aunque es autor también de novelas como El día del Watusi, El secreto de las fiestas o Un enano español se suicida en Las Vegas.

Yo os recomendo El triunfo, una novela corta que se lee de un tirón, cuyos personajes, marginales por lo general, nos cautivarán y cuya historia nos acerca a una Barcelona en decadencia que trata de sobrevivir a unos años setenta que dan los últimos coletazos y por donde cualquier augurio sobre la ciudad postolímpica que ahora disfrutamos es pura ensoñación.


miércoles, marzo 16, 2011

Mia qué está leho Japón!

Leo la prensa con el corazón encogido. Veo pasar las imágenes en los telediarios y me invade una extraña sensación, como de estar asistiendo a una pesadilla de la que, en cualquier momento, uno se despierta. Pero uno no se despierta. Me invade un estremecimiento al pensar en los operarios que siguen trabajando en los reactores y, como sin darme cuenta, me persigno y rezo por ellos, movido por una fuerza primitiva que emana de lo más profundo de la esencia del ser humano. Tiemblo como una hoja.

Una foto de un cadáver rescatado de entre los escombros por el ejército. Poder dar sepultura a los muertos, ese sencillo gesto tan esencialmente humano, tan necesario.

Ciudades arrasadas, pequeños núcleos urbanos desintegrados, reducidos al mero poso del agua sucia, anegados, arrollados por el tsunami. Un país entero devastado, un gigante industrial sacudido por la furia desatada del maremoto, como un gorrión desafiante en el ojo de un huracán.

Japón está muy lejos. Vivimos en este enclave privilegiado, a orillas del Mediterráneo, que es la Península Ibérica, donde de vez en cuando, a lo sumo un incendio o unas inundaciones nos recuerdan que nuestro propio destino no nos pertenece, nos hace conscientes de nuestra pequeñez frente al universo.

Qué lejos estamos de Japón en todos los sentidos. El drama del terremoto, el Apocalipsis sobrevenido en la isla del sol naciente, han puesto de manifiesto el grado alcanzado por su civilización, el nivel de una sociedad basada en los valores, el civismo y la educación, su capacidad organizativa, su valentía, su compromiso, su generosidad, su consciencia de pertenencia al conjunto, su identidad nacional. En definitiva, un país tan lejano al nuestro, del que estamos tan distanciados. En esta era en la que las distancias no existen, en que las comunicaciones nos han acercado hasta extremos impensables. Nunca estuvimos tan lejos del Japón, preguntadle a los viejos.



Deseo que el desatre se detenga, que no haya más víctimas, que no pase a mayores, que el país se recupere pronto, que logren controlar la situación en las centrales nucleares, que reestablezcan cuanto antes sus infraestructuras, que vuelvan a la normalidad, que los vivos queden por fin a salvo y puedan lamentarse y orar a sus muertos. Quede aquí mi sincero homenaje a ese lejano espejo en el que reflejarse.

lunes, marzo 07, 2011

El día que Eisenhower quiso ir a la luna (o de cómo los ladridos de Laika harán caer a Gadaffi)

Cuando el 4 de Octubre de 1957 la URSS de Nikita Khrusxov puso en órbita el primer satélite espacial, el entonces presidente de los Estados Unidos, Dwight Eisenhower ("Ike") comprendió que debía dar un giro de 360º a su plan de acción si no quería que su país saliera derrotado en la carrera espacial. El momento geopolítico era clave.

Sin saberlo, sin embargo, lo que realmente estaba haciendo Eisenhower era poner la primera piedra para la mayor revolución social y tencológica que nuestra civilización ha conocido : Internet.

El comité de sabios que asesoraba a Eisenhower concluyó que el motivo por el cual los científicos e ingenieros soviéticos avanzaban más deprisa era la facilidad que tenían para compartir el conocimiento y la información. Mientras los rusos trabajaban codo con codo, físicamente próximos, concentrados en las instalaciones de la potente maquinaria espacial soviética, las mentes más preclaras de la comunidad científica norteamericana se hallaban separadas por los miles de quilómetros que distan de la costa Este a la costa Oeste, por usos horarios distintos, por su pertenencia a comunidades académicas, científicas y militares de ámbitos inconexos. Surgió así la necesidad de "conectar" el MIT (Massachusets) con la Universidad de California en Los Ángeles, con Standford y Berkeley, así como de interconectar los laboratorios de investigación del Departamento de Defensa y también de las compañías privadas que invertían en ciencia y tecnología aeroespaciales.

De la mano de Eisenhower y de su deseo por el triunfo en la carrera espacial nacieron la Administración Nacional de la Aeronáutica y el Espacio (NASA) y la Agencia para Proyectos de Investigación Avanzada (ARPA). En 1962, un renombrado psicólogo del MIT, el Doctor J.C.R.Licklider fue nombrado director del Programa Computacional del ARPA. Licklider era el autor de dos obras fundamentales para entender la informática tal y como hoy la conocemos : Man-Computer Symbiosis y The Computer as a Communication Device.

Del impulso de Licklider, quien predijo que en el año 2000 habría millones de personas conectados a través de una red de ordenadores, y de su inspiración, influencia y trabajo colaborativo con otros investigadores, como Lawrence Roberts, nació Internet. En 1965 se llevó a cabo el primer experimento de conexión entre dos ordenadores a través de la red telefónica : el TX-2, situado en el laboratorio Lincoln del MIT en Lexington, Massachusetts, y el Q-32 de la System Development Corp. en Santa Mónica, California. Este experimento dio lugar a la primera red de ordenadores de area extensa (WAN -wide area network-). La mayor parte de cimientos, desarrollos tecnológicos e investigaciones necesarias para desarrollar Internet tal y como hoy la conocemos son anteriores a 1970. El resto no ha sido más que una larga historia de mejoras, incorporaciones y nuevas tecnologías que se basan por completo en el trabajo que aquellos pioneros llevaron a cabo -con el objetivo de compartir la información para ser los primeros en investigación y, por ende, en conquistar el espacio-.

Lo que quizá los padres de Internet no sabían era que el espacio que estaban conquistando tenía el aspecto que tiene en la foto de la derecha (grandísima foto, de enorme valor divulgativo : este es el aspecto físico de Internet).

Al mismo tiempo que conquistando el espacio, los Estados Unidos durante décadas han estado combatiendo en decenas de conflictos armados, intervenciones militares, guerras en definitiva, con el "noble propósito" (no seamos ingenuos tampoco) de acercar y extender la democracia y las libertades a todos los rincones del planeta. Tras cerca de seis décadas de democratización por la vía de las armas convencionales, hay que reconocer a los americanos haber desarrollado, quizá sin proponérselo, las que se están mostrando como las más potentes armas conocidas en la lucha por la libertad, por la dignidad, por la igualdad y la justicia social, por los derechos humanos en definitiva : Internet y las redes sociales.

En estas últimas semanas, Internet y las redes sociales se han empezado a convertir en el Armageddon de algunas dictaduras en el África post-colonial, en el catalizador de las revueltas populares. Ignoro el valor en bolsa de facebook o de twitter pero su potencial movilizador, comunicativo y de difusión de las ideas es incalculable (¡ah si en 1789 hubiera existido algo semejante, amigo Masdeu!¡la difusión de las ideas!). Hay que lamentar, sin embargo, que estas armas tan silenciosas pero tan potentes no han evitado ni las víctimas ni el derramamiento de sangre ni la guerra civil. Esperemos que el efecto de la cadena de protestas y levantamientos se extienda a más países y que no encuentre barreras; que, como un tsunami, acabe con los régimenes establecidos.

Es así como los ladridos de la perra Laika que, ya desde el Sputnik 2, llegaron a oídos de "Ike" Eisenhower han terminado por desatar, cincuenta y tantos años después, el levantamiento del África oprimida, del África de las dictaduras sustentadas por los intereses occidentales, como desata un huracán el batir de alas de millones de mariposas. Espero que el eco de sus ladridos ahuyente para siempre a todos los Gadaffi del mundo, allá donde los haya, donde uno es demasiado, que triunfen la democracia y la libertad (y que a los líderes de occidente se les caiga la cara de vergüenza, aunque sólo sea un poquito). Gracias Laika, la vida que diste en el espacio no fue dada en vano.



domingo, marzo 06, 2011

Hijos de la luz y de las sombras

Como en el poema de Miguel Hernández, hijos somos de la luz y de las sombras.

Hijos somos a la sombra de un gigante nacidos, construido para dar luz, colosal monstruo de tres cabezas desafiantes, erguido junto al mar como el de Rodas, faro y guía de aviones y de barcos, sol que alumbró, alma que calentó las almas de la gran ciudad, energía, por raíces de acero conducida como sabia crepitante en el tendido aéreo, donde sólo las funámbulas gaviotas osaban apoyarse, vida que remontaba el río y se perdía en un laberinto de arterias y de venas, entregadas a la causa de permitir al corazón de Barcelona seguir latiendo.

Hijos somos de un sol que amanecía tras el gigante de acero y hormigón de la Central Térmica del Besós, cruzaba el firmamento, siempre al sur, y se ponía tras el Sagrado Corazón del Tibidabo. Así, como la metáfora de este eterno diálogo entre los dos grandes colosos de nuestro litoral, así hemos vivido sus hijos.

Todo esto te daré si tú me adoras - tibi omnia dabo si adoraveris me (Mateo 4:9) -

Y adorando al diablo de la gran ciudad, crecimos sus hijos. Somos hijos a la sombra del servicio prestado a Barcelona, de las fábricas, de las industrias, de las plantas de residuos, de las fundiciones, de los humos, de un aire contaminado, de una playa sucia, de un mar lleno de vertidos, de un río agonizante, de los enormes bloques de viviendas para la mano de obra barata, de un sinfín de servidumbres. Hijos entregados a un diablo, siempre en lucha, que anhelamos un salir adelante, un futuro mejor, una esperanza, que quisimos poder un día subir al Tibidabo y contemplar a nuestros pies esa Barcelona que nos era negada, nosotros que no éramos más que niñas y niños de barriada.

La más visible y máxima expresión de nuestra esencia son las tres chimeneas. Son el referente de nuestra vida, un referente físico para un camino inmaterial, un mástil visible desde cualquier parte donde se iza la bandera de nuestros orígenes, que no nos permite olvidar de dónde venimos. De San Adrián somos, los que una vez fuimos del sur y los que vinimos del norte, los que nacimos aquí y los que fueron paridos en otra parte, de San Adrián somos, los que seguimos aquí y los que ya nos fuimos. Y en gran parte, esto es así porque es imposible pasar un día sin ver de dónde uno viene : nuestra bandera ondea a 220 metros.

El próximo 24 de Marzo está previsto que la Central Térmica del Besós cierre definitivamente. Sin embargo, y gracias al buen criterio del alcalde, Jesús Canga, al dejar el destino de la central en manos de la voluntad popular, el gigante seguirá en pie.

Fue un gran acierto. Una decisión tomada a nivel consistorial se hubiera visto sometida a presiones de todo tipo; el enclave tiene un innegable interés urbanístico y el litoral Mediterráneo, con su afable apariencia de laguito venido a más, está lleno de tiburones. Sin embargo la decisión fue popular y, por lo tanto, legitimada, sin espacio ni resquicio por el que puedan asomarse otros intereses. Habrá que buscarle, no obstante, un proyecto, un uso, una razón de existir a un lugar tan vertiginoso en todos los sentidos. Espero que seamos capaces de mantener con vida al ser que tanta vida dio.

Mientras tanto, recordaré como, cuando éramos más jóvenes, solíamos ir corriendo hasta Montgat y al volver, por más cansados que estuviéramos, siempre había energía para apretar la carrera pasando a los pies de la central, invadidos por unas fuerzas y un orgullo difíciles de explicar con palabras. Quizá tuvieran que ver los mejillones, esos mejillones tan ricos, llenos de fósforo, calcio, hierro y proteínas, tan frescos, que nuestras madres nos hacían comer en cantidades industriales, nunca mejor dicho.

Recuerdo que, algunas tardes de Domingo, bajaba paseando con mi padre hasta la playa y, si el tiempo era apacible y la brisa no muy fresca, nos acercábamos por las rocas hasta las toberas de la central, a ver como el agua caliente salía expulsada al mar con gran furia. Por imposible que pueda parecer, al pie de las chimeneas humeantes siempre había pescadores con su caña y su cubo que nunca volvían de vacío. Y también había quien recogía mejillones, en bañador o medio enfundado en un neopreno, según el frío. Porque en aquellas rocas, mitad piedras naturales esculpidas por el oleaje, mitad bloques de hormigón despedazados por el hombre y dispuestos a un azar medido, que sostenían la base de los tubos de refrigeración de la planta, se recogían unos mejillones grandes y carnosos, crecidos del agua limpia y tibia con que se enfriaban las turbinas.

Nunca supe si los mejillones que me hacía comer mi madre se habían cogido entre la rocalla al pie de la térmica de San Adrián. Pero de lo que sí estoy seguro es de que somos fuertes porque fuimos criados a base de mucho hierro, mucho fósforo, mucho calcio y muchas proteínas. Somos hijos de las sombras de una industria gris y pesada que se fue, y de la luz de la Central Térmica que siempre nos acompaña.

domingo, febrero 27, 2011

Good bye 23-F

Por motivos diversos y felices casualidades, el veintitrés de Febrero es un día que no pasa por mi calendario como otro cualquiera. Al margen de conmemorarse un aniversario más del fallido intento de golpe de estado, confluyen en este día y sus alrededores otras efemérides importantes para mí.

No se me olvida, sin embargo, dónde estaba yo y qué hice aquella tarde de lunes, la última semana de Febrero del ochenta y uno, en la que el General Armada y el Teniente Coronel Tejero trataron de tomar por las armas el control sobre el Estado.

Nada, durante aquel día, había sido para nosotros, unos niños, especial o distinto de otros días. Ningún adulto dió señales de que estuviera ocurriendo algo excepcional. Tuvimos nuestras lecciones, salimos al patio, comimos nuestro bocadillo, hubo partido de la A contra la B y hasta jugamos al sopapo con una bola de papel de plata un poco untada de aceites y mantequillas. Un día de tantos en nuestra memoria de colegiales.

Recuerdo que, por la tarde, en cambio, estaba en casa haciendo los deberes en el comedor y, en un determinado momento, subimos a casa de unos vecinos para seguir lo que ocurría por la radio. Mis padres y mis vecinos escuchaban con mucho interés -fingido, creo yo- y se miraban unos a otros como tratando de dar muestras de estar entendiendo la gravedad del momento. Con todo, las notícias escapaban a la comprensión de un niño de siete años. De modo que no presté atención y no poseo ahora ningún recuerdo concreto que pueda reproducir.

Lo que supe del asunto durante mucho tiempo no pasó de la poca información contenida en una canción de La Trinca que se hizo famosa. Lo que sé a día de hoy lo he ido descubriendo a golpe de documental, semanario y reportaje siendo ya adulto.

A este episodio de nuestra historia moderna, del que nos separan ya tres décadas, se le dedican todos los años páginas y páginas, minutos de radio y televisión, reportajes conmemorativos, grandes documentales, dosiéres especiales y completos, esfuerzos editoriales, tertúlias, debates, ... Televisión Española ha producido incluso una película.

El veintitrés de febrero se ha convertido en el día de acción de gracias de los españoles. De gracias a Dios que todo terminó en un susto, porque en este país todo ocurría -y ocurre- por la Gracia de Dios. Y uno empieza a estar un poco harto del tratamiento informativo y del exceso de atención que acapara este momento, histórico, sí, pero "momento" al fin y al cabo, y del que podríamos y deberíamos pasar página de una vez.

Que ya vale de 23-F, hombre. Que pido por favor que los medios dejen de atiborrarnos una semana entera todos los años con los mismos, o parecidos, reportajes gastados. Con las mismas entrevistas a protagonistas del momento que no desvelan nada nuevo. Con lo que hizo el Rey, con dónde estaban Puyol o Felipe. Con que Suárez fue el héroe que salvó la patria. Que no puede ser que Santiago Carrillo se acuerde mejor este año que el pasado, ni tenga una opinión muy distinta; que, en todo caso, el hombre, le irá metiendo imaginación al tema porque la edad no perdona y también él se nos vuelve un abuelo batallitas, al que parece que los del Informe Semanal acuden año tras año a pedirle "yayo, hoy que estamos todos reunidos, cuéntanos aquella del 23-F".

Franco permaneció en el poder cerca de cuarenta años, lo que daría, si hubiera voluntad, para una amplia cobertura informativa todas las semanas. Sin embargo, sólo de vez en cuando algún medio cubre algún momento, describe algún periodo, destaca o conmemora algún hecho. En todo caso, nunca se le ha dedicado a ningún episodio del franquismo un espacio de repercusión mediática semejante.

Parece que la memoria histórica de este país, esa memoria que no queremos desenpolvar por si acaso, pues parece, digo, que la memoria histórica se nos pierde el veintitrés de Febrero del ochenta y uno. Y no la volvemos a encontrar hasta alzamiento de Julio del treinta y seis o hasta el catorce de abril del treinta y uno. Y, como quien dice, desde entonces nos vamos directos a mil cuatrocientos noventa y dos pasando, de puntillas a lo sumo, por el desastre de Cuba o los héroes del dos de Mayo.

Dejemos por fin de eclipsar nuestra historia, de concentrarla, de hacer reduccionismo. Las nuevas generaciones estamos hasta el moño de no ser más que el producto de un golpe de estado fallido. Hemos crecido en democracia, somos algo más y queremos ser otra cosa, sin tantos complejos, sin tanto dar gracias a Dios.

Señores del Informe Semanal, por favor, digan adiós al 23-F.

lunes, febrero 21, 2011

Si esto son hombres

Si esto son hombres, querido Malaparte, si esto son hombres...

Me permito variar el título de la gran obra de Primo Levi para encabezar esta entrada del blog, que continúa la anterior : la impresión de la escena permanece en mí sin que pueda quitármela de la cabeza.

Tras abrir las compuertas de los vagones, los cadáveres caían al andén de la estación como se derrama el contenido de una botella al volcarse. Los soldados terminaron de sacar cuerpos del interior de los vagones, que apestaban ya a putrefacción, y los alinearon en el suelo para trasladarlos con camiones remolque al páramo donde los enterrarian, no muy profundamente, unos sobre otros, capa de cuerpos, capa de cal viva, como era habitual que se dispusieran las fosas entonces. Un espectáculo de muertos sobre la explanada de la estación.

Cayó al momento sobre ellos una horda de gitanos que profanaron los cadáveres, les robaron las ropas, los objetos de valor, todo. Chaquetas, pantalones, ropa interior, zapatos, botas, cadenas, recordatorios, billeteras, relojes, gafas, dientes. Rompieron cuellos, partieron brazos, luxaron rodillas y dislocaron hombros para hacerse con su botín. Los muertos se resistían a ser robados; no es fácil quitárle la ropa a un muerto como tampoco no lo es vestirlo. Los alzaban y zarandeaban para arrancarles la ropa y los dejaban caer de nuevo, estrellando cráneos contra el suelo, quebrando huesos, columnas, cervicales... Peleaban entre ellos en la disputa de los mejores abrigos, de las fundas de oro que serían mejor pagadas en el mercado negro, de la mejor mercancía. Arrasaron con todo bajo la mirada de los soldados, dejando un túmulo de cuerpos desnudos y sin vida y sin dignidad. Los soldados contemplaban la escena como si tal cosa.

Los gitanos corrían en aquellos tiempos mejor suerte que los judíos.

¿Esto eran hombres? Los judíos muertos en los vagones donde fueron sometidos a condiciones que serían execrables si se aplicaran al traslado de cualquier animal. ¿Esto eran hombres? El jefe de estación incapaz de actuar por sí mismo y de la más mínima piedad y clemencia, esperando órdenes como quien espera carta de un pariente lejano. Los soldados rumanos obedeciendo ciegamente sin ver más allá de esos judíos a las madres, los niños, los ancianos, los hombres y, en definitiva, a los seres humanos. Los ejecutaron sellando aquellos vagones sin llegar a sentirse jamás verdugos o autores de una masacre, eran simplemente soldados obedeciendo órdenes. Los gitanos dándose ellos mismos a la barbarie de profanar unos cadáveres sin más contemplaciones que las de un niño con un muñeco de trapo, incapaces de ver a los seres humanos -muertos, eso sí- que había envueltos en la mercancía que robaban. ¿Esto eran hombres?

Esto eran hombres en una Europa en guerra. La misma Europa que hoy mira por encima del hombro al resto del mundo, pagada de sí misma, y que se siente centro y máxima expresión de humanidad y civilización.

Sí, esto eran hombres...

domingo, febrero 20, 2011

Diga pógromo, Malaparte

Nunca había escuchado ni leído la palabra pógromo. Y de ser así no le presté la debida atención.

Somos capaces de lo mejor y de lo peor. No cabe duda, no vengo a hacer grandes descubrimientos. La barbarie, el horror, el espanto, el terror...

La escena tiene lugar en Rumanía y forma parte de nuestra historia moderna. El capitán Malaparte ayudaba al cónsul italiano a buscar a un ciudadano rumano judío desaparecido durante el pógromo contra los judíos de la ciudad de Iasi. Buscaron por todas partes. La búsqueda les llevo a un convoy de ciudadanos judíos deportados que iba camino de un campo de concentración y exterminio. El tren llevaba varios días detenido en una estación. Había recorrido en una semana las apenas veinte millas que separaban esa estación de la ciudad de Iasi. Los vagones tenían puertas y ventanas selladas con tablones de madera. El jefe de estación no daría la orden de abrir los vagones hasta que le llegaran instrucciones de hacerlo. El aire apenas circulaba por entre las maderas y lograba colarse en los vagones. Hacía mucho calor. El infierno de Dante se hizo materia en aquellos vagones. El ejército rumano hacinó en el interior del tren a unos dos mil judíos. Centenares de personas apiñadas, aprisionadas en cada vagón. Entraron a culatazos. Se apretaron hacia el fondo los vagones unos contra otros hasta que no pudieron más. Luego los sellaron. Hacía mucho calor. Murieron por asfixia. Murieron dando bocados al aire, tratando de respirar. Si uno encontró apenas un resquicio de aire entre los tablones, en una ventanilla mal sellada, lo defendió a mordiscos, mató para seguir respirando unos minutos más.

Cuando Malaparte consiguió forzar al jefe de estación a que por fin abriera los vagones halló un espectáculo de cuerpos violáceos asfixiados, con las caras hinchadas, lilas, con las huellas de las mordeduras que se dieron unos a otros para seguir viviendo, con los ojos saltados de las órbitas, con los cueros arrancados de los cráneos. Murieron todos. Un bebé se salvó porque su madre halló un hilo de aire en una pared del tren, y defendió con su cuerpo el espacio para su hijo y, probablemente, mató a dentelladas a algún otro desgraciado.

Esto hicieron también los rumanos con los judíos. Ahora ya conozco el significado de la palabra pógromo. El horror, coronel Kurz, el horror.