sábado, septiembre 03, 2011

Minutos Musicales

"my mind is clearer now..." Con esta sentencia iniciaba el personaje de Judas el drama del portentoso film musical Jesus Christ Superstar que se estrenó al comienzo de la década de los '70. Me ha parecido una buena cita para retomar el hilo de esta bitácora donde la dejé hace cerca de seis meses.
Quizá sea Andrew Lloyd Webber, seguramente, el más conocido y popular autor del género. A él debemos obras como Evita, The Phantom Of The Opera o Cats, entre otras, así como también la antes mencionada Jesus Christ Superstar, colaborando en diversas de estas obras con Tim Rice en los textos. También es mundialmente conocido el musical Les Miserables, de Alain Boubill y Claude-Michel Schönberg basado en la obra de Víctor Hugo del mismo título. Y, en fin, son innumerables las producciones que han visto la luz, siendo Londres y Broadway seguramente las plazas más importantes y representativas cuando hablamos del género teatro musical. El teatro musical es un género que me entusiasma. Y aquí me gustaría enfatizar la importancia del sustantivo porque viene a colación del motivo que inspira este post.
Leía hace unas semanas que el próximo 6 de Octubre se estrena en el teatro Rialto de Madrid el musical Más de 100 mentiras inspirado en los temas del cantautor Joaquín Sabina (y cuando digo temas no me refiero solamente a canciones). Y si esto era un domingo, el lunes siguiente me vi sorprendido en un transbordo de metro por el anuncio de la producción Cop de Rock a cargo de la compañía Dagoll Dagom, que pretende hilvanar una historia a través de la cual dar un repaso a las canciones más populares y conocidas del llamado rock català. En esos cinco segundos nació este post.
Enumero algunos de los "musicales" de mayor éxito que se han estrenado últimamente en las principales ciudades de este país (en algunos casos, se trata de musicales de importación) : Hoy no me puedo levantar, We will rock you, Mamma Mía, Forever King Of Pop, etc... No resulta difícil darse cuenta de que todos ellos tienen un denominador común.
El teatro musical, en mi humilde concepción del término como persona no docta en artes, vendría a ser un género que no puede mal llamarse "hermano menor" (porque algunos creadores lo han elevado a la categoría de grande) pero sí "más ligero que..." pero "cercano" a la ópera aunque más asequible, que incorpora la danza en un formato menos clásico y más moderno, cuyas escenas acostumbran a ser coreografiadas y donde los actores combinan en su trabajo los textos cantados con la interpretación clásica ... No sé muy bien como explicarlo, pero lo que tengo claro es que siempre y en todo momento mantiene lo que en esencia es : teatro. Detrás de una manifestación musicada de una composición teatral hay un drama, una historia, unos personajes construidos, una comedia o una tragedia que contar, una ubicación espacial y temporal, una ambientación, una conexión (o no) con la realidad del dramaturgo que la escribió... Si pensamos en una adaptación musical y coreografiada de una obra de teatro cualquiera tendremos, más o menos, lo que viene a ser un musical. Si bien es cierto que muchas obras de teatro ni por asomo podrían o tuvieron intención de ser musicadas en su nacimiento. Y aunque en ocasiones, como es el caso de algunos de los musicales de Lloyd Weber, la obra pueda no ser una adaptación sino una creación nativamente musical, donde el dramaturgo eligió esta modalidad por los motivos que fueran para llevar a cabo su trabajo expresivo. Pero en definitiva, un musical es teatro. Al menos así lo veo yo.
Sin embargo, estos "otros" musicales que tanto éxito están teniendo y que se están convirtiendo en producciones altamente rentables, acaparando las programaciones de la Gran Vía, del Paralelo y de nuestras principales plazas, son otra cosa. Aquí se trata de seleccionar un puñado de canciones que, en su momento, fueron grandes éxitos en las listas de tiempos pasados y enlazarlas como sea, tratando de construir una trama con más o menos credibilidad. Si el conjunto, cuyos miembros fueron ídolos de masas, se disolvió y nunca más publicó un disco, mejor. Y si el líder de la banda ha fallecido, pues mejor aún. Porque de lo que se trata es de atraer a los fantasmas del pasado. En esta otra categoría de musicales ocurre invariablemente un fenómeno común : en un determinado momento, que puede ser a partir de la tercera o cuarta canción pero seguro, seguro, seguro, seguro, acaba ocurriendo hacia el final, el público empieza a cantar y a corear las canciones del musical. Fijo. Es que esa es la razón de ser de estos "nuevos" musicales. Todo depende de las ganas que hayan tenido el guionista y los productores de precipitar la comunión entre público y compañía; más tarde o más temprano todo el mundo se pone a cantar viejas canciones de ayer y la historia, la trama, quedan en segundo plano. Porque a partir de ese momento, la historia es lo que cada canción le recuerda a uno; no hay una historia : la historia son los recuerdos y sentimientos que se despiertan entre el público a partir de esa banda sonora de una vida que son las viejas canciones de los rockeros muertos. Cuando se acerca el final de la función, los asistentes empiezan a murmurar con sus acompañantes : "falta la de ... " o "no han cantado la cual...". Y no importa si esa canción encaja bien o mal con la historia propuesta o se da de patadas, porque lo que importa es que la canción que a fulanito o menganita tanto les emocionaba tiene que aparecer y ser cantada por todos.
Las plateas terminan en pie y convertidas en un karaoke colectivo. No puede ser de otra manera. Aplausos interminables, euforia, luces encendidas sin que nadie se mueva de su localidad, caras sonrientes, lagrimillas que se escapan, una salida del recinto que es todo un premio, que se convierte en boca a boca de oficina, de autobús y, en definitiva, en éxito de de taquilla. Y entre tanto, el teatro de verdad, el de las grandes historias, el de los temas commovedores, y con él el auténtico gran musical, desplazados de las programaciones cuando no desaparecidos y viviendo de la subvención.
El público quiere ser feliz aunque sea un rato, de forma fácil, llegar en AVE a la estación de los buenos momentos, sentirse joven de nuevo, no tener problemas durante un par de horas, volver a no pagar hipoteca, a comprarse un disco con la semanada, pincharlo hasta la rayadura en el tocata de la habitación, hasta quemar la aguja, hasta desesperar al vecino del quinto cantando a voz en grito. El nuevo teatro musical es una única y misma obra, no hay dos distintas, con un único argumento, que es el ARGUMENTO con mayúsculas que aterra y obsesiona a nuestra insólita generación de jóvenes eternos : tempus fugit (y el que canta su mal espanta).











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