viernes, marzo 18, 2011

Lectura recomendada : Francisco Casavella

El post de hoy, inusualmente breve, lo destino a recomendar a todos un autor : Francisco Casavella.

 Casavella murió joven, en 2008, justo cuando su obra empezaba a ser reconocida y premiada. Poco después, el espacio literario L'hora del lector de TV3, le dedicó íntegramente un programa (15/01/2009).

Su título más conocido, Lo que sé de los vampiros, le hizo merecedor del Premio Nadal 2008, un premio del que, lamentablemente, ya no pudo disfrutar. Aunque es autor también de novelas como El día del Watusi, El secreto de las fiestas o Un enano español se suicida en Las Vegas.

Yo os recomendo El triunfo, una novela corta que se lee de un tirón, cuyos personajes, marginales por lo general, nos cautivarán y cuya historia nos acerca a una Barcelona en decadencia que trata de sobrevivir a unos años setenta que dan los últimos coletazos y por donde cualquier augurio sobre la ciudad postolímpica que ahora disfrutamos es pura ensoñación.


miércoles, marzo 16, 2011

Mia qué está leho Japón!

Leo la prensa con el corazón encogido. Veo pasar las imágenes en los telediarios y me invade una extraña sensación, como de estar asistiendo a una pesadilla de la que, en cualquier momento, uno se despierta. Pero uno no se despierta. Me invade un estremecimiento al pensar en los operarios que siguen trabajando en los reactores y, como sin darme cuenta, me persigno y rezo por ellos, movido por una fuerza primitiva que emana de lo más profundo de la esencia del ser humano. Tiemblo como una hoja.

Una foto de un cadáver rescatado de entre los escombros por el ejército. Poder dar sepultura a los muertos, ese sencillo gesto tan esencialmente humano, tan necesario.

Ciudades arrasadas, pequeños núcleos urbanos desintegrados, reducidos al mero poso del agua sucia, anegados, arrollados por el tsunami. Un país entero devastado, un gigante industrial sacudido por la furia desatada del maremoto, como un gorrión desafiante en el ojo de un huracán.

Japón está muy lejos. Vivimos en este enclave privilegiado, a orillas del Mediterráneo, que es la Península Ibérica, donde de vez en cuando, a lo sumo un incendio o unas inundaciones nos recuerdan que nuestro propio destino no nos pertenece, nos hace conscientes de nuestra pequeñez frente al universo.

Qué lejos estamos de Japón en todos los sentidos. El drama del terremoto, el Apocalipsis sobrevenido en la isla del sol naciente, han puesto de manifiesto el grado alcanzado por su civilización, el nivel de una sociedad basada en los valores, el civismo y la educación, su capacidad organizativa, su valentía, su compromiso, su generosidad, su consciencia de pertenencia al conjunto, su identidad nacional. En definitiva, un país tan lejano al nuestro, del que estamos tan distanciados. En esta era en la que las distancias no existen, en que las comunicaciones nos han acercado hasta extremos impensables. Nunca estuvimos tan lejos del Japón, preguntadle a los viejos.



Deseo que el desatre se detenga, que no haya más víctimas, que no pase a mayores, que el país se recupere pronto, que logren controlar la situación en las centrales nucleares, que reestablezcan cuanto antes sus infraestructuras, que vuelvan a la normalidad, que los vivos queden por fin a salvo y puedan lamentarse y orar a sus muertos. Quede aquí mi sincero homenaje a ese lejano espejo en el que reflejarse.

lunes, marzo 07, 2011

El día que Eisenhower quiso ir a la luna (o de cómo los ladridos de Laika harán caer a Gadaffi)

Cuando el 4 de Octubre de 1957 la URSS de Nikita Khrusxov puso en órbita el primer satélite espacial, el entonces presidente de los Estados Unidos, Dwight Eisenhower ("Ike") comprendió que debía dar un giro de 360º a su plan de acción si no quería que su país saliera derrotado en la carrera espacial. El momento geopolítico era clave.

Sin saberlo, sin embargo, lo que realmente estaba haciendo Eisenhower era poner la primera piedra para la mayor revolución social y tencológica que nuestra civilización ha conocido : Internet.

El comité de sabios que asesoraba a Eisenhower concluyó que el motivo por el cual los científicos e ingenieros soviéticos avanzaban más deprisa era la facilidad que tenían para compartir el conocimiento y la información. Mientras los rusos trabajaban codo con codo, físicamente próximos, concentrados en las instalaciones de la potente maquinaria espacial soviética, las mentes más preclaras de la comunidad científica norteamericana se hallaban separadas por los miles de quilómetros que distan de la costa Este a la costa Oeste, por usos horarios distintos, por su pertenencia a comunidades académicas, científicas y militares de ámbitos inconexos. Surgió así la necesidad de "conectar" el MIT (Massachusets) con la Universidad de California en Los Ángeles, con Standford y Berkeley, así como de interconectar los laboratorios de investigación del Departamento de Defensa y también de las compañías privadas que invertían en ciencia y tecnología aeroespaciales.

De la mano de Eisenhower y de su deseo por el triunfo en la carrera espacial nacieron la Administración Nacional de la Aeronáutica y el Espacio (NASA) y la Agencia para Proyectos de Investigación Avanzada (ARPA). En 1962, un renombrado psicólogo del MIT, el Doctor J.C.R.Licklider fue nombrado director del Programa Computacional del ARPA. Licklider era el autor de dos obras fundamentales para entender la informática tal y como hoy la conocemos : Man-Computer Symbiosis y The Computer as a Communication Device.

Del impulso de Licklider, quien predijo que en el año 2000 habría millones de personas conectados a través de una red de ordenadores, y de su inspiración, influencia y trabajo colaborativo con otros investigadores, como Lawrence Roberts, nació Internet. En 1965 se llevó a cabo el primer experimento de conexión entre dos ordenadores a través de la red telefónica : el TX-2, situado en el laboratorio Lincoln del MIT en Lexington, Massachusetts, y el Q-32 de la System Development Corp. en Santa Mónica, California. Este experimento dio lugar a la primera red de ordenadores de area extensa (WAN -wide area network-). La mayor parte de cimientos, desarrollos tecnológicos e investigaciones necesarias para desarrollar Internet tal y como hoy la conocemos son anteriores a 1970. El resto no ha sido más que una larga historia de mejoras, incorporaciones y nuevas tecnologías que se basan por completo en el trabajo que aquellos pioneros llevaron a cabo -con el objetivo de compartir la información para ser los primeros en investigación y, por ende, en conquistar el espacio-.

Lo que quizá los padres de Internet no sabían era que el espacio que estaban conquistando tenía el aspecto que tiene en la foto de la derecha (grandísima foto, de enorme valor divulgativo : este es el aspecto físico de Internet).

Al mismo tiempo que conquistando el espacio, los Estados Unidos durante décadas han estado combatiendo en decenas de conflictos armados, intervenciones militares, guerras en definitiva, con el "noble propósito" (no seamos ingenuos tampoco) de acercar y extender la democracia y las libertades a todos los rincones del planeta. Tras cerca de seis décadas de democratización por la vía de las armas convencionales, hay que reconocer a los americanos haber desarrollado, quizá sin proponérselo, las que se están mostrando como las más potentes armas conocidas en la lucha por la libertad, por la dignidad, por la igualdad y la justicia social, por los derechos humanos en definitiva : Internet y las redes sociales.

En estas últimas semanas, Internet y las redes sociales se han empezado a convertir en el Armageddon de algunas dictaduras en el África post-colonial, en el catalizador de las revueltas populares. Ignoro el valor en bolsa de facebook o de twitter pero su potencial movilizador, comunicativo y de difusión de las ideas es incalculable (¡ah si en 1789 hubiera existido algo semejante, amigo Masdeu!¡la difusión de las ideas!). Hay que lamentar, sin embargo, que estas armas tan silenciosas pero tan potentes no han evitado ni las víctimas ni el derramamiento de sangre ni la guerra civil. Esperemos que el efecto de la cadena de protestas y levantamientos se extienda a más países y que no encuentre barreras; que, como un tsunami, acabe con los régimenes establecidos.

Es así como los ladridos de la perra Laika que, ya desde el Sputnik 2, llegaron a oídos de "Ike" Eisenhower han terminado por desatar, cincuenta y tantos años después, el levantamiento del África oprimida, del África de las dictaduras sustentadas por los intereses occidentales, como desata un huracán el batir de alas de millones de mariposas. Espero que el eco de sus ladridos ahuyente para siempre a todos los Gadaffi del mundo, allá donde los haya, donde uno es demasiado, que triunfen la democracia y la libertad (y que a los líderes de occidente se les caiga la cara de vergüenza, aunque sólo sea un poquito). Gracias Laika, la vida que diste en el espacio no fue dada en vano.



domingo, marzo 06, 2011

Hijos de la luz y de las sombras

Como en el poema de Miguel Hernández, hijos somos de la luz y de las sombras.

Hijos somos a la sombra de un gigante nacidos, construido para dar luz, colosal monstruo de tres cabezas desafiantes, erguido junto al mar como el de Rodas, faro y guía de aviones y de barcos, sol que alumbró, alma que calentó las almas de la gran ciudad, energía, por raíces de acero conducida como sabia crepitante en el tendido aéreo, donde sólo las funámbulas gaviotas osaban apoyarse, vida que remontaba el río y se perdía en un laberinto de arterias y de venas, entregadas a la causa de permitir al corazón de Barcelona seguir latiendo.

Hijos somos de un sol que amanecía tras el gigante de acero y hormigón de la Central Térmica del Besós, cruzaba el firmamento, siempre al sur, y se ponía tras el Sagrado Corazón del Tibidabo. Así, como la metáfora de este eterno diálogo entre los dos grandes colosos de nuestro litoral, así hemos vivido sus hijos.

Todo esto te daré si tú me adoras - tibi omnia dabo si adoraveris me (Mateo 4:9) -

Y adorando al diablo de la gran ciudad, crecimos sus hijos. Somos hijos a la sombra del servicio prestado a Barcelona, de las fábricas, de las industrias, de las plantas de residuos, de las fundiciones, de los humos, de un aire contaminado, de una playa sucia, de un mar lleno de vertidos, de un río agonizante, de los enormes bloques de viviendas para la mano de obra barata, de un sinfín de servidumbres. Hijos entregados a un diablo, siempre en lucha, que anhelamos un salir adelante, un futuro mejor, una esperanza, que quisimos poder un día subir al Tibidabo y contemplar a nuestros pies esa Barcelona que nos era negada, nosotros que no éramos más que niñas y niños de barriada.

La más visible y máxima expresión de nuestra esencia son las tres chimeneas. Son el referente de nuestra vida, un referente físico para un camino inmaterial, un mástil visible desde cualquier parte donde se iza la bandera de nuestros orígenes, que no nos permite olvidar de dónde venimos. De San Adrián somos, los que una vez fuimos del sur y los que vinimos del norte, los que nacimos aquí y los que fueron paridos en otra parte, de San Adrián somos, los que seguimos aquí y los que ya nos fuimos. Y en gran parte, esto es así porque es imposible pasar un día sin ver de dónde uno viene : nuestra bandera ondea a 220 metros.

El próximo 24 de Marzo está previsto que la Central Térmica del Besós cierre definitivamente. Sin embargo, y gracias al buen criterio del alcalde, Jesús Canga, al dejar el destino de la central en manos de la voluntad popular, el gigante seguirá en pie.

Fue un gran acierto. Una decisión tomada a nivel consistorial se hubiera visto sometida a presiones de todo tipo; el enclave tiene un innegable interés urbanístico y el litoral Mediterráneo, con su afable apariencia de laguito venido a más, está lleno de tiburones. Sin embargo la decisión fue popular y, por lo tanto, legitimada, sin espacio ni resquicio por el que puedan asomarse otros intereses. Habrá que buscarle, no obstante, un proyecto, un uso, una razón de existir a un lugar tan vertiginoso en todos los sentidos. Espero que seamos capaces de mantener con vida al ser que tanta vida dio.

Mientras tanto, recordaré como, cuando éramos más jóvenes, solíamos ir corriendo hasta Montgat y al volver, por más cansados que estuviéramos, siempre había energía para apretar la carrera pasando a los pies de la central, invadidos por unas fuerzas y un orgullo difíciles de explicar con palabras. Quizá tuvieran que ver los mejillones, esos mejillones tan ricos, llenos de fósforo, calcio, hierro y proteínas, tan frescos, que nuestras madres nos hacían comer en cantidades industriales, nunca mejor dicho.

Recuerdo que, algunas tardes de Domingo, bajaba paseando con mi padre hasta la playa y, si el tiempo era apacible y la brisa no muy fresca, nos acercábamos por las rocas hasta las toberas de la central, a ver como el agua caliente salía expulsada al mar con gran furia. Por imposible que pueda parecer, al pie de las chimeneas humeantes siempre había pescadores con su caña y su cubo que nunca volvían de vacío. Y también había quien recogía mejillones, en bañador o medio enfundado en un neopreno, según el frío. Porque en aquellas rocas, mitad piedras naturales esculpidas por el oleaje, mitad bloques de hormigón despedazados por el hombre y dispuestos a un azar medido, que sostenían la base de los tubos de refrigeración de la planta, se recogían unos mejillones grandes y carnosos, crecidos del agua limpia y tibia con que se enfriaban las turbinas.

Nunca supe si los mejillones que me hacía comer mi madre se habían cogido entre la rocalla al pie de la térmica de San Adrián. Pero de lo que sí estoy seguro es de que somos fuertes porque fuimos criados a base de mucho hierro, mucho fósforo, mucho calcio y muchas proteínas. Somos hijos de las sombras de una industria gris y pesada que se fue, y de la luz de la Central Térmica que siempre nos acompaña.